Encontrando un propósito después de una etapa de dolor

Para mujer de Plano, la tragedia abre una puerta para ministrar a madres solteras

En una etapa de profundo dolor, Norma Garza encontró una nueva vida: “Fue una gran tragedia la que nos llevó a los pies de Cristo”.  

Se casó joven, a los 18 años, y sólo seis meses después del nacimiento de su primera hija, le diagnosticaron a su esposo un tipo de cáncer agresivo de lengua. La familia viajó desde México a Dallas en busca de esperanza y ayuda a través del sistema médico. Lo que encontraron fue mucho más poderoso: un encuentro con Jesucristo. 

Garza recuerda cómo la pequeña iglesia de su madre acogió a su familia devastada con los brazos abiertos una noche durante una reunión de oración. “Experimenté algo nuevo que nunca habíamos experimentado antes”, dijo Garza. Esa noche, tanto ella como su esposo respondieron al mensaje del evangelio y le dieron sus vidas a Cristo.  

Un año después, él falleció. 

A los 21 años, Garza era viuda, madre soltera y enfrentaba una profunda depresión. “Emocionalmente, me sentía muerta por dentro”, dijo. Luchó contra pensamientos suicidas.  

Una noche, se encontró conduciendo a una velocidad peligrosamente alta en medio de una tormenta. Abrumada por la batalla que se libraba en su mente, comenzó a tener pensamientos suicidas: 

“Si hago esto, volveré a estar con mi esposo”. “Mi hija estará bien con mis padres”.  

La próxima voz que escuchó lo cambió todo: “¡Detente! ¡Piensa en Pau!”. 

Pau es el apodo de su hija, Paulina. ¿Pero la voz? Era el Señor, dijo ella, recordándole que su vida todavía tenía un gran valor y significado para Él. 

“Le prometí a Dios que nunca volvería a intentar quitarme la vida”, dijo. “Sólo le pedí que me ayudara, que tomara mi mano”.  

Esa misma noche, pudo dormir por primera vez en mucho tiempo. Dijo que soñó con su esposo esa noche: él estaba sano y sostenía una rosa, su flor favorita. 

Fue un recordatorio de que su esposo estaba en un lugar mejor con Dios en el cielo. También la ayudó a enfocarse en lo más importante mientras seguía adelante con su vida. 

“Eso era lo que necesitaba”, dijo, “fijar mis ojos en Cristo, no en la tragedia”.  

Norma Garza (a la izquierda en ambas fotos) superó una intensa temporada de dolor para responder al llamado de Dios a ministrar a otros. Hoy, Dios está usando su vida de manera poderosa. FOTOS CORTESÍA

Un llamado inesperado  

Garza se mudó a Plano y comenzó a asistir a la Iglesia Bautista Prestonwood en 2008. Inicialmente se unió a la congregación de habla inglesa, pero cuando la iglesia anunció el lanzamiento de su ministerio en español, se emocionó y rápidamente se ofreció como voluntaria para ayudar. Garza sirvió en el equipo de bienvenida, en el ministerio de niños y con los jóvenes, pero su corazón anhelaba servir en la adoración.  

Justo cuando parecía que finalmente tendría esa oportunidad, la iglesia comenzó a soñar con algo nuevo: un ministerio dedicado a las madres solteras. Fue entonces cuando Patzy, la líder del ministerio de mujeres en ese momento, se acercó a Garza con una propuesta inesperada: dirigir un estudio bíblico para madres solteras. 

Garza dudó: “¿Quién soy yo? ¡No soy maestra!”. 

“El Señor no llama a los preparados”, le recordó Patzy. “Él prepara a los llamados”.  

Aun así, Garza luchaba internamente. Así que decidió intentar ambas cosas: servir a las madres solteras y con el equipo de adoración. Pero entonces su voz comenzó a fallar. Los médicos le encontraron un nódulo en las cuerdas vocales. “Me di cuenta de que quería servir a Dios a medias, y Él me estaba llamando a servirle plenamente [a través del ministerio de madres solteras]”.  

Finalmente, la guía de Dios se hizo clara y Garza hizo una declaración: “Señor, me rindo. Soy tuya”. Fue entonces cuando comenzó a ver a Dios moverse en su vida de una manera nueva y profunda. 

En 2016, nació el estudio bíblico para madres solteras, y en 2019 tomó el nombre de Creadas con un propósito. Cada domingo, mujeres con corazones cansados y heridos encuentran consuelo, dirección y comunidad en ese espacio. 

“Ahora no puedo imaginar mi vida de otra manera”, dijo Garza. “Ha sido la Palabra de Dios la que le ha dado sentido a mi vida”.  

 

El impacto del grupo va mucho más allá del aula. Garza recuerda a Melody, una madre soltera que pasó un año y medio entrando y saliendo del hospital tras un grave accidente. El grupo la apoyó con oraciones, visitas, comidas y ayuda económica. 

“He visto lo que Dios ha hecho de una manera tan hermosa, pero nada de eso habría sido posible sin Cristo en el centro y la unidad entre nosotras”, dijo Garza. 

El grupo de madres solteras de Garza en Prestonwood busca ser más que un estudio bíblico. Sus integrantes siempre están atentos a oportunidades para atender las necesidades de otros: brindan ayuda y esperanza en tiempos de crisis y celebran juntos sus victorias. FOTOS CORTESÍA

Fe en acción  

A Garza le apasiona ayudar a los creyentes a ejercer su fe más allá de la compasión superficial. “No sólo somos llamados a orar por las madres solteras y verlas como miembros vulnerables, sino a servirles de una manera en que el apoyo no sea superficial”. Muchas madres solteras, señala, no escogieron este camino, sino que son víctimas del abandono, el abuso o la tragedia.  

La visión de Prestonwood se resume en tres palabras: conectar, cuidar y crecer. Para Garza, ese modelo lo ha significado todo. Conectarse en un grupo pequeño permite satisfacer necesidades reales y, a partir de ahí, se produce el crecimiento, juntos. 

Hoy, su hija Paulina sirve como líder en un grupo de mujeres jóvenes adultas y en el ministerio de jóvenes. 

“Doy gracias a Dios por mi hija, ella ha sido un instrumento de Dios para seguir caminando”, dice Garza. 

No sólo está agradecida a Dios por su hija, pero también por su iglesia, que vio más allá de una etiqueta —la de madre soltera— y le ofreció no sólo apoyo, sino oportunidades para ministrar a otros. 

Gracias a eso, Garza ha encontrado algo más: un propósito. 

Correspondent
Arlene Sanabria
Southern Baptist Texan
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